La iglesia de Santa Lucía del Trampal,
que se sitúa en Alcuéscar (Cáceres) es una de las construcciones más
sorprendentes de la arquitectura altomedieval hispana conservada.
Esta iglesia hasta los años 80 del
siglo XX había pasado desapercibida,
hasta que fue descubierta por Juan Rosco y su esposa Luisa Téllez y restaurada por Caballero Zoreda.
En aquellos tiempos esta iglesia era
una ruina que yacía en un valle rodeada de vegetación. No se piensa que fuera
desconocida, puesto que hace décadas era destino de romerías.
A mediados del siglo XX, la única función
de la iglesia era de establo y choza para refugio de campesinos. Lo que ocurre,
como ha sucedido en otras tantas ocasiones, es que el desconocimiento e
incultura general permitió que estuviera el borde de la definitiva desaparición.
El proceso de ruina de Santa Lucia
del Trampal procede, como en otros tantos casos, de la desamortización de
Mendizábal.
Hace poco que se han reconstruido
las partes que se habían derruido y rehabilitado otras que se encontraban
maltrechas, hasta aparecer ante nosotros un hermoso templo de tipo visigótico,
que según los especialistas pertenecería a la segunda mitad del siglo VII, poco
antes del fin del reino godo en España.
La iglesia de Santa Lucia del
trampal pertenecería a un complejo monástico similar al de Melque (Toledo) ya
que se han encontrado trazas de otros edificios cercanos (las posibles
estancias monacales) y de otra iglesia (Santiago).
También se han encontrado en el
solar piezas arqueológicas de época prerromana y romana por lo que es fácil interpretar
que Santa Lucía del Trampal se construyese, como era habitual, en la
arquitectura medieval, sobre un lugar de culto tradicional anterior y donde se
reaprovechó material de acarreo como queda constancia en numerosas partes de
sus muros .
La iglesia muestra dos partes
claramente diferenciadas: el sector que engloba la cabecera de tres ábsides y
el crucero, que es lo más valioso perteneciente al edificio hispano-visigodo.
El cuerpo de la nave es posterior,
es de estilo gótico.
El tramo de fábrica visigoda está
construido con sillería perfectamente escuadrada a base de enormes sillares,
como era costumbre en la época.
Tiene en esta parte una sola y
corta nave unida a un crucero y cabecera de tres ábsides. Toda la bóveda es de cañón
con perfil de herradura, salvo los tres tramos que preceden a los ábsides, que
son más elevados y estarían en su origen cubierto con bóveda de aristas
construidas con ladrillo.
Su planta es basilical y la bóveda del crucero descansa
sobre doce columnas monolíticas con seis arcos transversales de herradura.
En el acceso al crucero y a los ábsides
existen unas hendiduras verticales dónde se colocarían canceles para
estructurar el espacio del templo según el modo de liturgia hispánica.
El cuerpo de la iglesia que
entronca con la parte citada, ya es bajomedieval, de los siglos XIV o XV.
El problema para interpretar los
enigmas con que todavía nos desafía la Iglesia es el escaso conocimiento que
tenemos de la arquitectura visigoda. Han sido pocos los edificios de la época
que se han conservado y en todo caso, no son edificios urbanos sino mas bien
construcciones de tipo secundario que se han salvado por encontrarse en
entornos rurales.